miércoles, 28 de julio de 2010

La Farmafia Actual.

La mayoría de la población cree que su salud está en buenas manos. Cree a pies juntillas lo que los organismos sanitarios nos dicen acerca de las enfermedades y de las diversas formas de combatirlas. Nos han adoctrinado a creer en dogmas que no pueden ser puestos en tela de juicio, pues los pocos que así lo han hecho han visto sus carreras profesionales arruinadas. La nueva Inquisición sanitaria, amparada por las multinacionales farmacéuticas, no permite que nadie pueda sacar a la luz sus negocios mafiosos y los oscuros intereses que se esconden detrás de sus infranqueables muros.
Han exterminado toda competencia. A los investigadores médicos se les “orienta” y los disidentes son encarcelados y sus voces reducidas al silencio. Los posibles productos alternativos naturales que pudieran hacerles la competencia han caído en sus manos gracias a la denominada legislación Codex de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a las patentes de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Los gobiernos y los medios de comunicación se ocupan de influir sobre la población alimentando el miedo a la enfermedad. Se manipulan los genes, se patenta toda forma de vida, se comercia con órganos, se irradian alimentos, se pasteuriza la leche, se imponen obligatoriamente más de treinta vacunas desde la infancia… y mientras tanto los costes suben y las multinacionales se enriquecen a costa de nuestra salud y obligándonos a un silencio selectivo.
Detrás están las grandes corporaciones bancarias, políticos con enormes sumas de dinero invertidas en acciones de los laboratorios farmacéuticos, como es el caso de Donald Rumsfeld, antiguo secretario de Defensa de los EUA, accionista de la compañía farmacéutica Gilead, la creadora de Tamiflu para la gripe aviar. Robert Zoellick, a quién el propio George W. Bush propuso para presidir el Banco Mundial, ha sido un buen amigo de la industria farmacéutica, como se ha publicado. Associated Press difundió que Karl Rove, el asesor más poderoso de Bush, ya dimitido, tenía un cuarto de millón de dólares en acciones de la farmacéutica Johnson & Johnson.  
Como puso de manifiesto el periodista Miguel Jara, gracias a la Ley de Acceso a la Información de USA, sabemos qué compañías farmacéuticas ofrecen dinero a qué candidato electoral de aquel país cada vez que hay elecciones, y qué cantidad (enormes cantidades). Luego los ganadores devuelven los favores con leyes hechas a la medida de estas corporaciones o con decisiones que las favorecen. Además, el Gobierno de EUA actúa como representante comercial de las farmacéuticas estadounidenses en los foros globalizadores, como en las reuniones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en la que presiona a favor de las leyes internacionales de patentes. Hoy el dinero de los laboratorios farmacéuticos financia las campañas electorales en EUA y supone el 70% de los ingresos de la FDA, la agencia de medicamentos estadounidense, una institución pública.
Y en Europa ocurre algo parecido. Por ejemplo, en un Congreso Médico las presentaciones y ponencias que aparecen en tales eventos están controladas y requieren obligatoriamente ser primero aceptadas por el "comité científico" organizador del congreso. ¿Y quién designa a ese comité científico? Pues generalmente quien financia el evento: la industria farmacéutica. ¡Si, hoy son las multinacionales las que deciden hasta qué se enseña a los futuros médicos en las facultades y qué se publica y expone en los congresos de medicina! El control es absoluto, una dictadura sanitaria que nos afecta a todos, incluso a los propios médicos que no tienen acceso a otra fuente de información que no sea la proporcionada por las industrias del sector.
El dinero controla totalmente la Medicina. Y lo único que de verdad interesa a quienes manejan este negocio es ganar dinero. ¿Y cómo ganar más? Pues haciendo que la gente esté enferma… porque las personas sanas no generan ingresos. La estrategia consiste, en suma, en tener enfermos crónicos que tengan que consumir todo tipo de productos paliativos, es decir, para tratar sólo síntomas; medicamentos para aliviar el dolor, bajar la fiebre, disminuir la inflamación… pero nunca fármacos que puedan resolver una dolencia. Eso no es rentable, no interesa. La medicina actual está concebida para que la gente permanezca enferma el mayor tiempo posible y compre fármacos; si es posible, toda la vida. Y esto lo ratifican muchos médicos, como la Dra. Ghislaine Lanctôt, médica residente en Canadá a la que se le retiró la licencia para ejercer por oponerse a las manipulaciones de los multinacionales “farmafiosas” y denunciar todos estos atropellos. Ellos controlan absolutamente todo: medios de comunicación, organismos oficiales y la propia opinión pública. A quien se atreva a disentir se le difama públicamente, se le arruina su carrera profesional y se le aparta de la sociedad como a un paria.
Nombres como Mirko Berljanski, que trabajó en el Instituto Pasteur de Francia bajo la tutela de un premio Nobel, o como el Dr. Duesberg, eminente investigador de inmunología de USA. A ambos se les cerró su laboratorio y se les prohibió seguir investigando otras alternativas al SIDA porque se alejaban de la “sacrosanta” verdad oficial. Los que quieren ayudarnos son condenados por charlatanes, y los verdaderos charlatanes, los mafiosos de la salud, gozan de todos los privilegios y se llenan los bolsillos a costa de nuestras enfermedades. Nuestro silencio ante esos atropellos nos mata y empobrece, además de ser un atentado a los derechos humanos.
La paradoja es que cuando un médico utiliza terapias alternativas o no convencionales se le acusa y lleva a los Tribunales por practicar “tratamientos no médicos”, pero cuando un terapeuta no médico utiliza las mismas terapias se le acusa de “ejercicio ilegal de la medicina”. ¡La más absoluta y delirante falta de lógica! Y detrás está apuntando a la nuca la difamación, como arma a utilizar contra los disidentes. En España, a cada momento, saltan a los medios de comunicación campañas de intoxicación y difamación contra las terapias o los productos naturistas, orquestadas y financiadas por los organismos sanitarios públicos y privados que a su vez son dirigidos por las multinacionales farmacéuticas. Vale recordar el caso acerca del Bio-Bac, con una intervención policial de alto nivel; ya podían usar la misma fuerza contra los carteles de la droga. Y todo eso para después demostrar que dicho producto natural era inocuo y había ayudado a aliviar el dolor y el sufrimiento a enfermos desahuciados de cáncer y otras enfermedades degenerativas. Más de una docena de médicos tratados como delincuentes y enjuiciados en los medios de comunicación para mayor escarnio público, y después…el silencio mediático.
En USA otro caso indignante fue el del Dr. Halstead, un médico de California de gran reputación al que se le retiró la licencia para ejercer e incluso ¡se le prohibió afirmar en público que había estudiado medicina! Cinco años de cárcel por tratar a algunos pacientes de cáncer con unas hierbas medicinales que se trajo de Japón. No hubo muertes ni denuncias por parte de sus pacientes. El crimen de este doctor fue apartarse de los tratamientos oficiales del cáncer: quimioterapia, radioterapia y cirugía. Se le ha prohibido incluso dirigir un Instituto de Investigaciones Oceanográficas que no tiene fines lucrativos ni relación con la medicina. ¡Viva la justicia!< En definitiva, y tal como denunció la Dra. Lanctôt, el llamado sistema sanitario es en realidad un sistema de enfermedad. Se practica una medicina de la enfermedad y no de la salud. Una medicina que sólo reconoce la existencia del cuerpo físico y no tiene en cuenta ni el espíritu, ni la mente, ni las emociones. Y que además trata sólo el síntoma y no la causa del problema. Se trata de un sistema que mantiene al paciente en la ignorancia y la dependencia, y al que se estimula para que consuma fármacos de todo tipo.
El médico es -muchas veces de forma inconsciente, es verdad- la correa de transmisión de la gran industria. Durante los 5 a 10 años que pasa en la Facultad de Medicina el sistema se encarga de inculcarle unos determinados conocimientos y de cerrarle los ojos a otras posibilidades. Posteriormente, en los hospitales y congresos médicos, se les refuerza en la idea de que la función del médico es curar y salvar vidas, de que la enfermedad y la muerte son fracasos que debe evitar a toda costa y de que la enseñanza recibida es la única válida. Además se les enseña que el médico no debe implicarse emocionalmente y que es un "dios" de la salud. De ahí que incluso exista caza de brujas entre los propios profesionales de la medicina. La medicina oficial, la "científica", no puede permitir que existan otras formas de curar que no sean serviles al sistema. Al paciente no se le deja elegir la forma en que quiere ser tratado, se le obliga y condiciona para que no se aparte de la senda oficialmente establecida.

Visto en pajareo.com