sábado, 26 de junio de 2010

Pulmones bioartificiales.

Sin duda el objetivo principal de la ciencia médica desde hace ya algún tiempo, son el desarrollo y consolidación de los transplantes de organos. Primero se consiguio con el corazón y después se han alcanzado exitos espectaculares con otros organos internos del cuerpo e incluso, (como ultimamente estamos viendo) en reconstrucciones de miembros amputados y transplantes faciales. La revista Science ha sido el escaparate donde un grupo de investigación de Yale ha mostrado los fascinantes resultados de sus experimentos con pulmones de laboratorio, y han conseguido que estos órganos bioartificiales intercambien gases del mismo modo que lo hacen los naturales. Al implantarlo en ratas, los investigadores comprobaron en estos nuevos pulmones el proceso por el cual la sangre recibe oxígeno desde el aire y se desprende de anhídrido carbónico. Este intercambio es la principal función de los pulmones y se produce en los alvéolos.



Se les llama bioartificiales porque en realidad parten de una estructura orgánica natural de la que eliminan toda célula original hasta que dejan el árbol respiratorio totalmente limpio. Para conseguirlo, un proceso con detergentes especiales con el que finalmente convierten el órgano natural en un simple armazón. Para reemplazar el tejido inicial se cultivan células durante ocho días en un bioreactor capaz de reproducir el ambiente fetal en el que crecen los pulmones durante la gestación. Finalmente, se repuebla el esqueleto pulmonar con estas células diseñadas en el laboratorio de modo que el nuevo pulmón es capaz de intercambiar oxígeno y anhídrido carbónico con plena eficacia.Por ahora, sólo se ha conseguido en ratas, pero los científicos sueñan con aprovechar esta técnica para los humanos en un par de décadas. Aunque se necesiten órganos humanos como plantillas sobre los que crear el nuevo tejido, se podría contar con una fuente casi inagotable de corazones, hígados o pulmones de repuesto. Para ese fin podrían utilizarse órganos que hoy son inservibles por sí solos. Una vez despojado de sus células se repoblaría con las del paciente que las fuera a recibir sin miedo al rechazo. El trasplantado no necesitaría fármacos inmunosupresores porque su cuerpo reconocería como propio su nuevo órgano bioartificial. Todo un logro que nos procura enormes esperanzas con el mundo de los trasplantes humanos.

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